Recientemente durante un viaje fui a visitar una catedral y me sumé a una visita guiada. En cierto punto, el guía nos paró frente a los vitrales de la misma y nos preguntó: “¿Saben por qué hay vitrales en las iglesias?”. Inmediatamente refutó la respuesta que probablemente muchos estaban pensando, “y no, no es porque son bonitos” ¿Y entonces? “Porque enseñan,” prosiguió. “En la época en la que la mayoría de las iglesias fueron construidas, la población era analfabeta.
Para aprender las enseñanzas de la biblia necesitaban dibujos claros y de calidad que las describan. Si no las comprendían, no eran fieles. Si no eran fieles, no concurrían a la iglesia. Si no concurrían a la iglesia, el poder de la misma como institución se derrumbaba”
.Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con marketing digital?
Cuando lo escuché, lo asocié con la creación de contenido de calidad: Nuestro cliente tiene un culto, su marca. Dicho culto necesita una iglesia, sus activos digitales. Esa iglesia necesita fieles, un público que a su vez ingrese a su web o a sus redes sociales y comparta o haga likes. ¿Y cómo les enseñamos sobre nuestro culto? Con vitrales: contenidos de calidad.
Sin embargo, hacer vitrales no es sólo juntar vidrios de colores y armar algo atractivo estéticamente. Siempre habrá alguien más que haga vitrales más bonitos, pero no cualquiera tendrá contenido claro, sencillo pero interesante, original, que fomente la interacción y que le aporte un valor agregado al usuario.
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Dichos factores serán claves para que nuestro público comulgue con nosotros y no se vaya a la iglesia de la esquina. Pero la peregrinación es larga y también el camino hacia la producción de contenidos de calidad.
Para poder llegar a realizar contenidos con las características mencionadas arriba, no alcanza esperar a que nos ilumine el espíritu santo sino que debemos trabajar duro para llegar allí. Debemos hacer research para saber a quién le estamos hablando (¿quién quiero que sea el receptor de mis contenidos?
Si se realiza bien, nuestro usuario modelo debería condecirse con nuestro empírico, el que realmente ve nuestros contenidos), desde dónde le estamos hablando y en qué lugar (los canales digitales y redes sociales varían en sus modos y formatos, además de su público), qué quiero decirle (nuestro contenido debe tener, justamente, contenido, debe tener un argumento.
No alcanza con decir compre compre compre), y cómo se lo quiero decir (¿cómo transmito lo que quiero transmitir sin que se malinterprete? La forma, si no se la trata con cuidado, cambia el contenido).
Una vez que tengamos las respuestas a estas preguntas podemos comenzar a ejercitar crear contenidos de calidad.
La creación de vitrales es una tarea artesanal que requiere de paciencia y precisión (y mucha fe) para llevarla a cabo con éxito. A ello debemos aspirar: Ser los mejores artesanos para enaltecer el culto de nuestro cliente.